Definida como la condición que deben cumplir los entornos y los objetos para ser utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad, de la forma más autónoma y natural posible, la accesibilidad universal es un tema que no sólo compete a las personas en situación de discapacidad, sino que a todos.
Por ello, y bajo la convicción de que es importante unificar criterios a través de este concepto, las universidades Católica de Valparaíso, Santa María, de Valparaíso y de Playa Ancha, en conjunto con la Corporación Ciudad Accesible, llevaron a cabo un Taller de Accesibilidad Universal dictado en la Sala Emilio Tagle de la PUCV.
Este taller se dividió en dos módulos: uno de introducción y conceptos (lenguaje, antecedentes legales, señalizaciones, medidas básicas) y otro sobre edificación (accesos, puertas, recepción, circulaciones interiores, muebles, accesos). La idea fue, entre otras cosas, reflexionar sobre cómo se garantiza el acceso físico a las universidades, partiendo de la base de que todos somos diferentes, y no por ello somos mejores o peores.
En la ocasión, y en representación del rector Claudio Elórtegui, el director de Asuntos Estudiantiles, David Letelier, expresó que “tenemos la obligación de acompañar a nuestros estudiantes de la mejor manera, y tenemos la obligación de hacerlo de manera cooperativa, ser innovadores, pero también hacer una transferencia adecuada de las experiencias y buenas prácticas que algunas instituciones han podido desarrollar”.
Por su parte, el director general de Infraestructura de la Universidad de Playa Ancha, Marco Muñoz del Campo, señaló que “incluir no es sumar una comunidad dentro de otra, es permitir que todos, a partir de nuestras diferencias, pertenezcamos y apostemos desde nuestras capacidades a la construcción de una misma comunidad. Inclusión es un tema de conciencia, de actitud, de respeto a la diversidad, de empatía, de ponerse en el lugar del otro y fundamentalmente actuar conforme a ello”.
Así, unas de las reflexiones realizadas en este taller tuvo que ver con la necesidad de caminar hacia una sociedad pensada y diseñada para todos. Ser una universidad inclusiva no necesariamente significa invertir más recursos, sino que invertirlos con creatividad para que todos podamos acceder a los servicios y oportunidades que nos ofrecen.